6.01.2008

Aquella estrella

Por algún momento pensé que me había abandonado, pensé que había tomado un recreo, un descanso que me tenía a mi suerte. Otras veces pensé e intenté entender que había hecho para alejarla, que se había ido por mi culpa, que quizás no estaba haciendo las cosas tan bien como creía o que simplemente mi tiempo había terminado.
Pero por más que intenté, cada intento me llevó a ninguna parte, tuve que resignarme y dejarla ir, me conformé pensando que estaba acompañando a alguien más y que quizás ya me había mostrado el camino y debía seguir solo.
La noche estaba cubierta de nubes teñidas de rojo que poco espacio le brindaban a la oscuridad, no hacía tanto frío o simplemente el frío no era importante, ella caminaba con su sonrisa a cuestas, iba dibujando felicidad en el telar que la noche proponía, yo, era un espectador o su invitado de honor que contemplaba como todo iba tomando forma, la forma que ella quería y también, sin saberlo, la que yo quería.
Paso tras paso las luces pestañeaban iluminando nuestro camino, miradas inquietas, del tono nervioso y el cielo continuaba en rojo. La ciudad generosa nos regaló una noche preciosa, con luz perfecta y una paz que mostraba, sin posibilidad a equivocarse, que sólo éramos ella y yo y su pincel con forma de sonrisa.
Podíamos asegurar que estábamos sólos y que estábamos todos los que debíamos estar, pero nuevamente la noche quiso decir lo contrario y apareció ella, la que pensé me había dejado.
Era mi estrella, nos teníamos descuidados, habíamos perdido el contacto y regresó esa noche, quería compartirla, también quería ser testigo de su sonrisa y lo que estaba pintando, también quiso ver sus ojos brillar, ese brillo que llegaba hasta el fondo, sin permiso, que me complicaba y situaba en los mejores aprietos. Y mi estrella lo sabía, entendía que estaba indefenso, vulnerable como pocas veces, con la coraza intacta, pero que poco servía ante su magia, poco servía ante esos ojos brillantes, ese brillo que iluminaba el cemento del camino, un camino que sólo ella conocía y me obligaba a ser conducido, casi embriagado con alguna pócima provocando el descontrol de todos mis controles.
Apareció mi estrella y no hizo nada, se quedó muda e inmóvil, ella la miraba de reojo, era consciente de su presencia y entre ambas me dejaron con muy pocas opciones, se habían puesto de acuerdo y no para hacer algo en mi contra, todo lo contrario, las dos se ordenaron a favor de mi felicidad, pero hasta ese momento no lo supe.
Los acontecimientos se volvieron inevitables y me pusieron en oposición a mi coraza, quien me tuvo complicado por varios minutos, pero el forcejeo no llegó a mayores y mi coraza también se sumó a la causa. Después de eso ya la suerte estaba echada, tres contra uno situaba la balanza lejos de mi.
Pocos metros de tela le quedaban a ella para acabar su obra, pocos metros y faltaba algo, entre las tres me acorralaron y me convertí en tela, mientras mi coraza y mi estrella me tenían sujeto y no me permitían movimiento alguno, ella dibujaba sobre mi, trazaba con su sonrisa una similar en mi, la trazó con buena pintura, difícil de borrar.
Al finalizar la pintura, también se terminó la noche. Cada uno se fue por su lado, ella se fue sonriendo como lo había hecho toda la noche, me dejó con mi coraza y mi estrella, sus cómplices en la oscuridad. La vi alejarse, la vi decirme hasta pronto y di la vuelta, sentado en la vereda compartí el último cigarro con mi estrella, quise retarla y enrostrarle el tiempo que me había dejado solo, pero la miré y dibujé en su iluminado rostro una sonrisa con tono de gracias.

1 que tienes que decir...:

Anónimo dijo...

Ya casi se va a cumplir un año de haber leido "Y si fuera mia". Ese escrito tuyo siempre me ha parecido uno de los mejores (todos son buenos, pero tengo mis preferidos). Al parecer, el contexto en casi un año ha cambiado, pero los protagonistas principales siguen en escena.
Resulta más que increible, poder cerrar los ojos y saber que la vida sigue para cada uno de los protagonistas... vidas que se cruzaron por el azar, vidas que continuan por su camino, muchas veces siguiendo un destino impuesto. Ahora sabes que tu estrella no te va a abandonar, sabes que ella siempre estará por ahí... solo falta que ella baje a la tierra con cuerpo, porque alma al parecer ya tiene.