Cada año se tiñe con colores diferentes, por más que uno pretenda sentir que todo está controlado y que muy pocas cosas podrían sorprenderte, algo sucede que te deja sin aliento, quedamos con los cinco sentidos alterados. Veo en cada paso que doy cierta coherencia con el anterior, siguiendo un patrón o un camino que va tomando forma.
Hace años atrás, fácilmente pueden ser 14 años, me senté a escribir acerca de un sueño que había tenido, no fue un sueño normal, algo me decía que traía algo entre líneas que podría ser importante. El sueño me hablaba de un mundo sin colores, todo era sombra, todo estaba en escala de grises y, yo también. Pero había algo diferente respecto a mi, yo debía trazar mi camino, debía tomar decisiones para poder seguir avanzando y esas decisiones a medida que iba dando mis pasos me iban tiñendo de colores, yo podía cambiar, podía salir de las sombras que envolvían mi entorno.
Sin querer, también me fui dando cuenta que mis decisiones no sólo me daban color a mi, sino también a todo lo que afectaba con ellas. Paso a paso se fue configurando un mundo de colores, resaltaba el camino por el cual debía seguir, y yo me diferenciaba de las sombras y establecía una identidad.
A lo largo del camino los colores fueron tomando mayor presencia en el entorno en el que me desenvolvía, veía como las personas con las cuales me relacionaba, también tomaban color, perdían la oscuridad y tristeza del gris. Claro estaba que la falta de color no tenía relación con sus vidas, tenían que ver con la mía, tenían que ver con el lado que se relacionaba conmigo, me di cuenta que una simple sonrisa era capaz de pintar mi alma completa, que un llanto podía pintar el cuerpo de la mujer que estaba sentada viendo el atardecer a los pies de un árbol, y el árbol también tomó el color de sus lágrimas, que no eran de pena, sino de absoluta felicidad.
Y así fui entendiendo tantas cosas, entendí que no pasamos desapercibidos, entendí que con cada acto afectamos al entorno, entendí que la vida está llena de colores y que tienen que ver con la simple felicidad de estar vivos y eso involucra sentir pena a veces, que es tan necesario el llanto como la risa, que todo está en equilibrio y ambas sensaciones son necesarias, como tantas otras que nos entregarán colores nuevos.
Hoy mi mundo está lleno de colores y veo como mi entorno también lo está. No quiero volver a ser sombra, no quiero un mundo gris.
Hace años atrás, fácilmente pueden ser 14 años, me senté a escribir acerca de un sueño que había tenido, no fue un sueño normal, algo me decía que traía algo entre líneas que podría ser importante. El sueño me hablaba de un mundo sin colores, todo era sombra, todo estaba en escala de grises y, yo también. Pero había algo diferente respecto a mi, yo debía trazar mi camino, debía tomar decisiones para poder seguir avanzando y esas decisiones a medida que iba dando mis pasos me iban tiñendo de colores, yo podía cambiar, podía salir de las sombras que envolvían mi entorno.
Sin querer, también me fui dando cuenta que mis decisiones no sólo me daban color a mi, sino también a todo lo que afectaba con ellas. Paso a paso se fue configurando un mundo de colores, resaltaba el camino por el cual debía seguir, y yo me diferenciaba de las sombras y establecía una identidad.
A lo largo del camino los colores fueron tomando mayor presencia en el entorno en el que me desenvolvía, veía como las personas con las cuales me relacionaba, también tomaban color, perdían la oscuridad y tristeza del gris. Claro estaba que la falta de color no tenía relación con sus vidas, tenían que ver con la mía, tenían que ver con el lado que se relacionaba conmigo, me di cuenta que una simple sonrisa era capaz de pintar mi alma completa, que un llanto podía pintar el cuerpo de la mujer que estaba sentada viendo el atardecer a los pies de un árbol, y el árbol también tomó el color de sus lágrimas, que no eran de pena, sino de absoluta felicidad.
Y así fui entendiendo tantas cosas, entendí que no pasamos desapercibidos, entendí que con cada acto afectamos al entorno, entendí que la vida está llena de colores y que tienen que ver con la simple felicidad de estar vivos y eso involucra sentir pena a veces, que es tan necesario el llanto como la risa, que todo está en equilibrio y ambas sensaciones son necesarias, como tantas otras que nos entregarán colores nuevos.
Hoy mi mundo está lleno de colores y veo como mi entorno también lo está. No quiero volver a ser sombra, no quiero un mundo gris.
2 que tienes que decir...:
a
Tu hablas de los colores que se presenta en nuestras vidas. De ese cambio de escenario que puede ir tomando diferentes tonalidades a lo largo de nuestra existencia. Hablas de cómo tus decisiones han ido creando nuevas opciones en la gama de coleres... como cuando tenemos una paleta con óleas y trementina con el fin de plasmar en un lienzo realidades ó sueños. Pero qué pasa cuando nuestros propios colores, nuestra propia paleta, no es suficiente para darle un poco de vida a mundos oscuros. Tu mundo ahora puede tener color, el mio siempre ha tenido color... pero aquellos que están sumidos en el gris y negro qué pueden esperar de nosotros???
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