2.23.2009

Lo que llevo dentro

Y es que la vida se vuelve intensa algunos días y tal intensidad se descontrola hasta no querer más historias ni situaciones que nos dejen con la cabeza corriendo a mil por hora. A veces cuesta convivir con uno mismo por el sólo hecho de no entender por que hacemos lo que hacemos ni nos saboteamos al punto de convertirnos en nuestro mejor enemigo.

A veces pensamos que lo tenemos todo o nos falta muy poco, pero no hace falta mucho para volver al inicio y empezar todo de nuevo, nos quedamos sin nada; cada vez que estoy a punto de llegar a la cima caigo libremente sin poder minimizar la caída, vuelvo al principio sin escalas y me veo mirando a la cima desde tan lejos.

La historia cansa, pero tengo una facilidad para hacer lo incorrecto justo en el momento en que el camino se ve tan claro y que perderse es lo más difícil. Bueno, para mi perderme es lo más fácil al parecer y debo lidiar con estos actos poco conscientes que hasta ahora van ganando la batalla.

No se cuantas veces más debo estar cerca para dejar de estarlo y por fin llegar, no se cuantas veces más debo subir, cuantas veces más debo dejarme llevar sin la necesidad de provocarme tropiezos que traen días de una propia enemistad y que ponen el error como la sensación vigente, a veces constante.

Todos decían que se veía venir, que reconocen velozmente el minuto del error y que está tan presente que hasta define quien soy. A la hora de la pena no se encuentran responsables y la mirada se detiene en el espejo, miro de reojo con la tristeza atorada en la garganta, no se puede retroceder y el espejo sigue esperando que lo enfrente para ver la razón de mis frustraciones. Hoy te pido un paracaídas para poder caer como antes no he caído,  mis tristezas saben que quiero decirles adiós.

Quiero que me lleves donde pueda dejar guardados mis enemigos y no me vea tentado a abrir la caja donde los he dejado. Quiero que me prestes abrigo para poder reírme de todo, otras veces quiero dejar de llorar por nada. Quiero me prestes tu sonrisa para caminar entre las hojas que traerá el otoño y tus sueños para compensar el frío del invierno.

Si quieres puedo prestarte mi música para que sigas soñando, puedo regalarte cientos de conversaciones a la orilla de la chimenea y tantos abrazos como desees a los pies de la cama.  Podemos ver al espejo juntos y  prometo que la imagen no tendrá tristezas.

Quiero que llegue la calma, será que hay cosas que sobran y son justamente esas las que no dejan avanzar. Quiero dejar atrás la sensación de hacer todo mal, espero que pases por aquí, ya que todo lo he perdido y quiero volver a empezar.

¿Dónde van tus pasos ahora?, que quiero alcanzarlos y de una vez, hacer las cosas bien, que cuando me regalas tu verdad y tus sueños todo pareciera hacerse realidad. En tu compañía es más difícil faltarme el respeto y me regalas colores para incluso pintar mis recuerdos. Poco a poco le voy poniendo mejor cara al miedo y poco a poco voy encontrando el corazón que tenía escondido.

Hasta ahora me basta con un enorme Gracias, me basta con entender que muestras un camino que quiero seguir y que estoy embalando lo que llevo dentro y que poco me sirve hoy.

2 que tienes que decir...:

Anónimo dijo...

Imagina mi voz mientras lees estas palabras (porque con mi acento quiero regalarte nueva música); imagina mi presencia a tu lado, sentada frente a ti viéndote (porque en este momento no quiero estar a tu lado, quiero estar en frente para verte); imagina que tomo tus manos entre las mías, no me importa que siempre estén frías (contigo estoy segura que no me daría miedo dártelas porque no las rechazarías); imagina que el gris se ha desvanecido por completo para darle paso al azul y verde (los nuevos caminos necesitan tus colores); imagina que la cobardía, ha sido la mejor cualidad del caballero que llevas dentro (sencillamente porque esa cobardía te permitió ser el más valiente en una madrugada); imagina que tu saboteo personal es necesario para estar seguro de lo que quieres (que no lo hagas costumbre, es necesario pero no primordial); imagina que estas preparado para lanzarte de una cima (no para caer al vacío, sino para volar y ver otras tierras); imagina que de lo incorrecto aprenderás lecciones para tratar de no volver a cometer los mismo errores (recuerda eso del “ensayo y error”); imagina que te ves en el espejo, enfrentando tu propia mirada sabiendo que en ella vas a encontrar algunas respuestas a esos por qués (todas las respuestas no estarán en ese espejo, muy seguramente tienes que reflejarte en otros para encontrarlas todas); imagina que mi silencio te rodea (solo para poder escuchar todas tus historias, las reales, las tristes, las no tan buenas, las inventadas, las soñadas… las que quieres dejar guardadas); imagina que mientras caminas en tu otoño, yo camino a tu mismo ritmo en mi clima loco (un paso tuyo seguramente pueden ser dos míos, pero llevaran tu ritmo ó el mío, eso puede depender del clima); imagina que el tiempo no nos va alcanzar para compartir la música (la tuya, la mía, la nuestra); imagina un espacio donde nadie te juzgará por hacer las cosas mal (nadie, incluyéndote); imagina que haces el intento de regalarte una instante en el día para hacerte inmensamente feliz con calma y seguridad (no tienes que hacer grandes esfuerzos, te lo aseguro… las cosas más pequeñas te darán grandes alegrías); imagina las cientos de veces que en el día te digo gracias (aún no son miles, ni millones… tienes que ganarte eso); imagina que mi compañía esta para ti siempre a través de señales (solo que algunas señales parecen no ser leídas, pero ahí están); imagina que ese camino que tanto añoras comenzó hace un tiempo atrás (el terreno por explorar es inmenso, infinito, pero si quieres ya no estarás solo para descubrirlo)…
Imagina que mi tranquilidad te espera para cuando quieras dejar tu escudo y seguir como caballero en tierras inhóspitas, imagina que te dejo solo para que puedas sentirte seguro tomando decisiones (eso sí, buscaré un punto estratégico desde donde pueda cuidarte)… Imagina que cierras en este instante tus ojos y recibes el abrazo que yo te debo.

Imagina que nunca voy a dejar de leerte!!!

Anónimo dijo...

AMOR DESPUÉS DEL AMOR

llegará el día
en que, con júbilo,
te recibas a ti mismo que llegas
hasta tu propia puerta, frente a tu propio espejo,
y uno al otro sonriendo se den la bienvenida.

Y se digan: Siéntate. Come.
Volverás a querer al extraño que fue tú mismo.
Saca el vino. Y el pan. Que regrese tu corazón
a ti mismo, al extraño que te ha querido toda su vida,
al que ignoraste por otro, al que te sabe de memoria.

Esas cartas de amor en las
estanterías, quítalas; y las fotos, las notas abrumadas.
Corta tu propia imagen del espejo.
Y siéntate. Hoy hay fiesta en tu vida.

Derek Walcott