1.24.2009

Gris infinito

Era un día de esos, de esos que se encuentran de vez en cuando sin quererlo y todavía sin saber como vivirlo. Era un día extraño desde el inicio, lleno de sensaciones con sabor a tristeza sin motivo, con atisbos de extrema sinceridad, de la más dura y castigadora, levemente autoflagelante, levemente opaca y apenas iluminada por la sonrisa espontánea de la belleza de los sueños.

Era un día para quedarse con la cabeza en la arena, escondido bajo las sábanas y buscando refugio donde se pudiera. Parecía no tener vuelta, no alcanzaba a mostrar un quiebre que permitiera pensar en salir de las trincheras al campo abierto y en total exposición. Todo se veía tan oscuro, se mostraba un mundo triste, un poco gris, a veces, demasiado gris.

La tristeza se dejaba caer torrencialmente hasta los lugares más inexpugnables y ocultos. El gris avanzaba raudamente e inconsciente, no importaba nada más que teñir de gris lo que a su paso encontrara, el color era molesto y hasta arrogante para ese día, bastante pretencioso y fuera de contexto. Era un viaje vagabundo a través de la memoria, transparente escape hacia lo mejor de cada uno, todo lo que va quedando atrás y vamos dejando a través de los años y sus tristezas.

Benedetti hablaba de la tristeza como quien almacena los desastres del alma, Nervo pensaba en ella como un don del cielo y Victor Hugo apuntó que la melancolía era el placer de estar triste. Pero esta tristeza es diferente, tiene que ver con un mundo que apenas se muestra, respecto a una distancia impuesta y estricta, lejos de error y cercana a la alegría. es una tristeza contenida en la ausencia y su reemplazo, triste se está por extrañar, por echar de menos la alegría de la total presencia.

Triste estaba por extrañarla y lo que involucra, triste estaba por estar alegre y no tener con quien compartir esa alegría, triste estaba por estar tan lejos. Poco a poco el gris se cansó y fue abandonando el lugar, no se planteó una batalla muy dura, más bien su retirada tenía bastante de un acto voluntario.

Poco a poco este día de estos ya no lo era tanto, y se aprendía a vivirlo y lo extraño no se mostró al final y la oscuridad era un recuerdo, se convirtió en el marco perfecto para ese rayo de luna que iluminaba su sonrisa triste de alegría y cruzaba sus lágrimas delicadas, las que tentaban a la belleza en su reflejo.

Y es que habían pocos días así, grises hasta el infinito pero nunca el infinito fue tan breve. Nunca la tristeza fue tan alegre y nunca se ha estado tan cerca a pesar de estar tan lejos.

1 que tienes que decir...:

Anónimo dijo...

No podía ser más inclusive esto... a ver si un día logramos concretar el intento!!!

Memoria muerta

Un recuerdo para ser completo
siempre requiere de dos: un beso es una pareja de labios,
un paseo, cuatro pies,
el amor, dos cuerpos anhelantes.

Tú tienes en ti
la mitad de nuestra historia no escrita,
el testimonio de lo vivido.

Por eso, para recordar nuestra historia de amor
te necesito cerca , con tu ramillete de recuerdos,
para que juntos reconstruyamos nuestra memoria
y la rescribamos a dos voces en el aire transido de nostalgias.

Y cuando la soledad golpee a tu puerta,
y te sientes con ella
a evocar tu tiempo pasado,
acuérdate que tus recuerdos están incompletos
porque una voz está muda por su ausencia.
Lo que digas irremediablemente será parcial, mentira,
porque la verdad del recuerdo se compone de dos.
Así, sólo conseguirás pintar el cielo, pero no el azul irrepetible,
sólo tu boca, pero no los besos prodigiosos,
sólo tus brazos, pero no el abrazo,
sólo tus pasos, pero no el lugar inaccesible,
sólo tu sexo, pero no la comunión.

Cuando alguien se marcha,
se nos lleva la mitad de nuestra vida en sus recuerdos,
y nos quedamos tan incompletos
que no podemos vivir de los recuerdos,
como no se vive
con media vida: simplemente se agoniza.

Cuando alguien se nos muere en la memoria,
morimos un poco todos los días de olvido,
sin poder recuperar lo irrecuperable,
sin poder revivir lo vivido.

Un amor
es un recuerdo siempre recordado de dos memorias
enamoradas de su pasado.

Cuando te diga “No te olvidaré”
o “Siempre te recordaré”
ya sabrás lo que te quiero decir: que siempre querré estar contigo.
Porque un recuerdo para ser recuerdo, y podamos acordarnos en él,
siempre requiere de dos.

El amor es una memoria viva,
el recuerdo de un recuerdo vivo,
no el recuerdo de esa memoria muerta
que se llama olvido.

J.S.