8.13.2007

La tristeza de no sentir tristeza

Historias, cuantas historias nos perdemos a diario por ser incapaces de conversar. Tantas historias se esconden tras rostros alegres con una tristeza arraigada en lo más profundo del ser. Detrás de cada rostro hay una versión más acabada y definitiva de cada uno de nosotros, a veces pensamos que está todo bien, pero la realidad muestra otra cosa.

Nos cuesta tanto mostrarnos de forma sincera que el tiempo nos pasa la cuenta, caemos en un pozo que sentimos que sólo caemos cada día más y que la salida se nos aleja, se escapa atrapados en la soledad de problemas que creemos no tienen solución, nos volvemos egoístas y cobardes, cuando la verdad es que incluso este egoísmo nos impide vernos a nosotros mismos.

Los pensamientos positivos se presentan, pero no logran tener la fuerza necesaria para cambiar el rumbo, para encontrar el sentido que nos falta para sonreír de nuevo, de forma sincera y con la convicción que podemos cambiar el mundo. El egoísmo es tan grande que perdemos la noción de la existencia de otras historias, algunas más sinceras que otras, creemos que la nuestra es única y que nadie la entenderá, y aquí está nuestro primer error.

Con el tiempo me he dado cuenta que lo que me pasa no sólo me pasa a mi, he entendido que con mi historia afecto a otras, quizás a kilómetros de distancia y que también puedo encontrar relatos similares en dimensiones paralelas, pero diferentes. Somos personas, lo cuál nos hace perfectamente imperfectos, con aquella gran posibilidad de equivocarnos y empezar de nuevo, de cometer errores y aprender de ellos, de cambiar si es necesario, de variar ciertas coordenadas para llegar donde queremos.

Qué distinto sería todo si comenzáramos a comunicarnos más y fuéramos más humildes respecto a nuestra humanidad, asumiendo con absoluta conciencia la existencia de otros, que no hay mejores ni peores, “que todos sufren del mismo dolor” como dicen los versos de una canción que suena repetidamente en mi walkman.

Todos esconden su verdad por la posibilidad de mostrarse vulnerables, todos se avergüenzan de su dolor, cuando no hay nada mejor que sentir tristeza para aprender a reconocer la felicidad, todos temen derramar lágrimas sumidos en la cobardía que se impone día a día, es triste, pero aquellas lágrimas limpian nuestros ojos para ver el sol más brillante y nos permite entender que cada día es una posibilidad. La tristeza de no sentir tristeza, eso me da pena y me duerme las piernas cuando quiero correr.

Hoy la posibilidad de hacerme responsable de las cosas que me pasan convierte mi sonrisa en algo más coherente con lo que se esconde detrás de mi rostro. Esto de hacerse cargo de uno mismo inspira nuevas ideas, la primera de todas es que puedo cambiar el mundo, puedo decidir respecto a mi historia y descartar lo que no quiero, usar el filtro que he construido a través de la experiencia de sentir tristeza. La posición de espera no me sirve, nadie vendrá a cambiar nada, nadie vendrá a arreglar lo que haga falta.

Empecemos a reconocernos dentro de los escombros que hemos provocado a lo largo de nuestras vidas, empecemos a reconocer que en los otros se encuentran otras historias que pueden inspirar aquellos cambios que necesitamos. Entendamos de una vez por todas que no es tan malo llorar y que es la única forma que nos permitirá sonreír con absoluta sinceridad, lejos de la cara que mostramos sin concordancia con nuestro interior.

A veces sólo hace falta un whisky, un cigarro y una buena conversación para cambiar el mundo. Las oportunidades se encuentran a la vuelta de la esquina, pero no llegan solas y tomarlas requiere hacer lo que sea necesario, todo implica costos y riesgos….pero bueno, a eso vinimos o no??.

2 que tienes que decir...:

Anónimo dijo...

Hace algunas semanas alguien me sugirio visitar este blog, y la verdad me llevo una buena impresión de la manera como logra expresar temas aparentemente tan formales y cotidianos. Ojalá siga teniendo muchas fuentes de inspiración.

Anónimo dijo...

"No hay nada más triste que la tristeza de un hombre alegre"
Armando Palacio Valdez (escritor español)